29 Consumido el holocausto, el rey y todos los presentes doblaron las
rodillas y se postraron.
30 Después, el rey Ezequías y los jefes mandaron a los levitas que
alabasen a Yahveh con las palabras de David y del vidente Asaf; y
ellos
cantaron alabanzas hasta la exaltación, e inclinándose, adoraron.
31 Después tomó Ezequías la palabra y dijo: «Ahora estáis
enteramente consagrados a Yahveh; acercaos y ofreced víctimas y
sacrificios de alabanza en la Casa de Yahveh.» Y la asamblea trajo
sacrificios en acción de gracias, y los de corazón generoso, también
holocaustos.
32 El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea fue de
setenta bueyes; cien carneros y doscientos corderos; todos
ellos en
holocausto a Yahveh.
33 Se consagraron también seiscientos bueyes y 3.000 ovejas.
34 Pero como los sacerdotes eran pocos y no bastaban para desollar
todos estos holocaustos, les ayudaron sus hermanos los levitas, hasta que
terminaron la labor, y los sacerdotes se santificaron, pues los levitas estaban
más dispuestos que los sacerdotes para santificarse.
35 Hubo, además, muchos holocaustos de grasa de los sacrificios de
comunión y libaciones para el holocausto. Así quedó restablecido el culto
de la Casa de Yahveh.